lunes, 15 de septiembre de 2014

Crítica de serie - The Leftovers


Un día cualquiera. Hasta que de pronto, el 2% de la población mundial desaparece. Puf. Catapum. Sin dejar rastro, únicamente queda la ropa que llevaban puesta. No hay restos químicos por ningún lado. Como si se hubieran evaporado. Pasan tres años. Por mucho que lo han intentado, los científicos no encuentran ninguna explicación ante este suceso.

¿De qué va The Leftovers? Por suerte, no trata sobre el hecho en sí, hubiera sido excesivamente tópico y cansino ver como alguna antigua profecía o una conspiración farmacéutica es la culpable de tan extraño suceso. The Leftovers nos narra la historia de como afrontan distintas personas una pérdida tan inesperada y global.


A pesar de tener un punto de partida tan claro, The Leftovers es extremadamente enigmática. Supongo que tampoco es de extrañar, ya que el principal nombre que hay tras la producción es el de Damon Lindelof, creador de una serie con tantos agujeros como lo es Perdidos o del guión de la malograda Prometheus.

¿Qué cojones le pasa por la cabeza al protagonista? ¿Realmente el tipo negro tiene poderes? ¿De dónde ha salido ese culto tan enfermizo? Lo importante de la serie no es responder a estas preguntas, sino en mostrarnos como los personajes le intentan buscar respuestas. En otras palabras: la historia es lo de menos, aquí lo que interesa (y lo que mola) son los personajes, siendo todos muy interesantes.


Hace unos meses escribía sobre House of Cards y su grandísima capacidad para darle el protagonismo exacto que le tenían que dar a cada personaje, y con The Leftovers para todo lo contrario: no solo hay algunas tramas que sobran por completo (al menos hasta que veamos lo que pasa en la siguiente temporada), sino que además hay capítulos dedicados por completo a un solo personaje. Ésto sería malo en la mayoría de casos, pero dado lo bien escritos que están los personajes y la grandísima dirección (me gusta en especial el episodio del sacerdote), lo veo incluso como una virtud.

Las actuaciones tienen un nivel bastante bueno, en especial la de Justin Theroux y su locura creciente. Musicalmente sorprende por su magistral uso de violines atmosféricos, recurriendo incluso a temas licenciados. El responsable de la música es Max Richter, quien ya me fascinó con Vals con Bashir y con The Congress. Diablos, si hasta la intro de ésta serie me parece magistral.


¿En qué falla entonces? En dejar demasiadas cosas en el aire. Una cosa es no centrarte en el conflicto global, pero otra cosa muy distinta es dejar todas (todas) las posibles respuestas para otra temporada. Por ahora, como primera temporada, me ha gustado, pero si me ha gustado es porque sé que habrá una segunda. De no ser así, me hubiera parecido una mierda.

Nota: 7'5/10

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